La historia de cómo conocí a Yolanda


Era la última fiesta de navidad de la maestría, después de un año y medio casi todos los compañeros estábamos reunidos en un restaurante disfrutando de la cena y el respectivo intercambio de regalos. Un amigo había invitado a una amiga suya para la cena, ella estudiaba maestría en otra ciudad y estaba disfrutando ver todo lo que sucedía en dicha reunión.

Ya que ella hablaba un poco de español, nos la presentó al grupo de latinos. Éramos cinco en total, 2 chicas y 3 hombres. Después de un ligero diálogo con nosotros, me dice “tengo una amiga que estudia conmigo, ella habla español y no tiene novio, te la voy a presentar”. Me quede sorprendido ante tal comentario, éramos 3 hombres y a mi fue al único que me quería presentar a su amiga.  Sin darme tiempo a responder mis compañeros latinos respondieron al unísono tal cual si el comentario hubiese sido hacia ellos “¡SI!”.
-¿ahora ustedes responden por mi?
-¡Si! Dijeron todos
-¿no tengo derecho a opinar?
-¡No! Dijeron todos

Entre risas y comentarios, después de conversar un poco sobre su amiga, le dije que le diera mi tarjeta para ponernos en contacto. En Taiwán el intercambio de tarjetas personales es cosa común al momento de conocer a alguien o para seguir en contacto con esa persona. Yo no tenía más que el nombre de la chica que me querían presentar. Era cerca del fin de semestre por lo que supuse que entre trabajos finales y exámenes de fin de curso, llevaría un tiempo conocer a la chica ya que ambos estábamos ocupados con nuestros respectivos estudios. Efectivamente tomó cerca de dos semanas para el primer contacto, vía Facebook. Era ya el mes de Enero.

Estuve viendo las fotos de ella en Facebook y me di cuenta que en verdad era una chica muy linda, que le gustaba montar en bicicleta y viajar. Por medio del chat y mensajes me di cuenta que su nivel de español era muy bueno, su uso de signos de puntuación, acentos y ortografía era mejor que muchos latinos que he conocido.  Eso me dijo otra cosa de ella, le gusta leer. Solo una persona que lee posee esas características. Ya que a mi me gusta leer, eso también me gusto de ella.

Estuvimos chateando por varios días y me pareció una persona con quien se puede tener una conversación interesante. Finalmente decidimos conocernos en persona. Le pregunté su horario para saber que día y hora le sería mejor ya que ella además de estudiar maestría también trabajaba como maestra de inglés. Nos reunimos para cenar en la ciudad donde ella vivía.

Ese día estaba lloviendo. Llegué antes de la hora citada, para poder encontrar el lugar, ella me llamó cuando estaba llegando. Cuando la vi quede sorprendido, era en verdad muy linda, de personalidad amigable, conversación amena, inteligente y hablaba muy bien español. Tengo su imagen grabada en la memoria, llego con un suéter purpura de cuello alto y vi que le gustaba usarlo con las mangas subidas a medio brazo, cinturón negro, pantalón negro y botas altas negras; venía de trabajar por lo que llevaba una mochila negra con todas sus cosas. Toda la cita fue en español, la verdad me sentí mal de no poder hablar en chino con ella, sabía lo incomodo que es hablar un idioma que no es el propio.

Hablamos entre otras cosas de lo que nos gusta, los estudios, su trabajo, mi trabajo en Guatemala. Quedamos en volver a vernos luego de terminar los exámenes finales. Finalmente la acompañe a su moto y espere a que se fuera para ir luego a tomar el bus de regreso a la ciudad donde yo vivía.

Nuestros chats ya no fueron tan esporádicos, se interrumpieron brevemente cuando fui de viaje a otro país de parte del programa de mi maestría. Al regresar seguimos en contacto y nos volvimos a ver. Estuve viajando a su ciudad para verla nuevamente, Juntos salimos de paseo a diferentes lugares, conocí a algunas de sus amigas y conoció a algunos de mis amigos. Todo para conocernos mejor cada vez. Seguíamos chateando cada día, era y sigue siendo especial el preguntar “¿Cómo te fue hoy?”. Aprovechábamos la oportunidad que tuviéramos para vernos. Hablábamos de los planes que cada uno tenía, yo comentaba que me gustaría quedarme en Taiwán pero dependía si encontraba trabajo, de no tenerlo regresaría a Guatemala en ocho meses. Eso me ponía a meditar sobre la posibilidad de ir un paso más adelante con ella. Me gustaba mucho, pero no quería darle la impresión de estar jugando, simplemente no me parecía correcto.

Cuando llegó el día del cariño le dije que quería invitarla a comer, ella me dijo que estaría trabajando todo el día y la hora que estaría libre en la noche, le dije que en la noche sería muy difícil encontrar un restaurante, que debido a  la época, todos estarían llenos. Le dije que nos reuniéramos para almorzar porque a esa hora sería más fácil encontrar un restaurante que no estuviese lleno y me dijo que solo tendría un par de horas entre clases y trabajo, le insistí y acepto. Nos reunimos a almorzar, fuimos a buscar unos libros que ella necesitaba en una librería cerca de su universidad, en ese momento le di un abrazo y de uno de los bolsillos de mi chaqueta saque una manzana, se la ofrecí y le dije “¡Feliz día del cariño!”. Le gustó tanto el detalle que desde ese día la manzana es algo especial entre nosotros. Con el tiempo me comentó que le encantó que ese día yo haya viajado hora y media en bus para ir a verla por tres horas y luego tomar nuevamente bus otra hora y media de regreso. Si, cada vez que iba a verla, ese era el tiempo de viaje que hacía. Ella apreció ese esfuerzo.

El día de mi cumpleaños ella me dijo que me quería invitar a cenar, por lo que viaje nuevamente a su ciudad. Ella había hecho reservación en un restaurante muy bonito, cuando llegamos había una fila de espera, pero como ella había reservado anteriormente no tuvimos que esperar mucho. Luego fuimos dar un paseo en un centro comercial con una gran rueda de Chicago en el último piso. Compramos dos boletos y fue en ese lugar con las luces de la ciudad frente a nosotros y bajo un cielo de estrellas que le pedí que fuera mi novia, su respuesta, “¿estás seguro?”. Yo estoy seguro de lo que siento, dije, pero si necesitas tiempo para pensarlo, piénsalo, sé que no es una respuesta fácil. Cuando salimos del centro comercial me entrego un regalo de cumpleaños, un llavero con una fotografía de ambos que nos habíamos tomado en un paseo anterior.

En la universidad donde yo vivía y estudiaba había una competencia deportiva con una universidad hermana, sabía que a ella le gustaban los deportes (otra cosa me gustaba de ella) y la invité a visitarme para ver un juego de voleibol y ella aceptó la invitación. Ese día la espere al bajar del bus, la lleve a conocer la universidad mientras dábamos tiempo a que empezara el juego. El juego lo ganó mi universidad  y al finalizar dimos un pequeño paseo, le pregunte si había pensado en una respuesta y me dijo que no estaba segura. Seguimos caminando, vi que se acercaban unos amigos (dos hombres y una chica) y tenía que presentarla.  Me di cuenta que debía tomar la iniciativa y le dije,” ¿Te molesta si te presento como mi novia?”. Lo dejo a mi criterio. Al acercarse, ellos saludaron primero con un “¡Hola!”, respondí el saludo y les dije “les presento a mi novia”, ellos repitieron el saludo pero la chica cambio a un formal “mucho gusto de conocerte”. Más tarde en el chat, ella me comentaría lo especial que se sintió al escuchar cuando dije “les presento a mi novia”.

Ese día lo tomamos como el inicio de nuestro noviazgo.

Ya son casi dos años que me dijeron que me querían presentar a una chica, estamos a pocos meses de cumplir dos años juntos. Pero hoy decidí publicar una breve historia de como nos conocimos. Y nuestra historia juntos, se sigue escribiendo... cada día.

Tal vez te interesen estas entradas